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El mundo en un plato

Durante las elegantes cenas de la nobleza inglesa era común utilizar vajillas pintadas a mano. Las más de las veces, importadas del lejano oriente a costos que no solo reflejaban el status económico del anfitrión sino también aquel toque de sofisticación que acompañaba a los “hombres de mundo” de aquella época de descubrimientos. Esta tendencia pasó, poco a poco, de ser exclusiva de los palacios de nobleza británica para volverse parte de las costumbres elegantes de la rica clase alta y, de ahí, a popularizarse entre la creciente clase media.


Si bien poseer una vajilla pintada a mano era de lo más deseado por aquella nueva clase media, los costos de producción e importación de las hacían prohibitivamente caras para la gran mayoría de las familias.





En Inglaterra, la región de Staffordshire era un centro de producción de artículos de cerámica desde la edad media. Precisamente en el área de Staffordshire un joven alfarero llamado Josiah Wedgood había revolucionado, a finales del siglo XVIII, la forma de producir y comercializar los objetos de barro producidos por sus talleres y los talleres de la región; aun así, las piezas seguían siendo demasiado caras para comercializarse masivamente. Viendo este problema y el potencial de crecimiento económico de la clase media, Josiah Wedgood fue de los primeros alfareros ingleses en adoptar la novedosa técnica del “transfer”. Una técnica que consistía en gravar sobre una placa de cobre algún diseño para luego imprimirlo, generalmente en un solo color, sobre un papel muy delgado. La impresión monocromática utilizaba tintas reactivas al fuego; generalmente azul cobalto, pero también se podían usar algunos tonos de rojos, verdes y cafés. Al hornearse, la pieza el papel se desintegraba y la tinta se adhería permanente a la pieza.

Josaiah Wedgwood.


La técnica del “transfer” permitía hacer muy intricados diseños y, al mismo tiempo, ahorrar muchas horas de trabajo de pintura en la repetición de un mismo diseño; con ello, y por lo mismo, abatiendo enormemente los costos de producción. Con la incorporación de escenas o vistas de lugares exóticos se añadía ese aire de aventura y sofisticación tan de moda en la alta sociedad, y permitía a cualquier persona, en cada reunión o cena, viajar por el recién descubierto mundo sin tener que salir de casa. Con la enorme reducción del costo, las piezas de alfarería local se volvieron accesibles a casi cualquier persona. El “Tranfer Ware,” como se conoció desde entonces a este tipo de objetos, se volvió parte integral e indispensable de cualquier hogar británico.


Desde finales del siglo XVIII, y hasta la fecha, los talleres de Wedgood en Inglaterra producen piezas de “Transfer Ware” de la más alta calidad. La cerámica Wedgood es, en nuestra época, de los objetos más coleccionables en cuanto a cerámica de uso diario se refiere, gracias a la innumerable y fantástica cantidad de diseños empleados a lo largo de su muy larga historia.


Hoy, al igual que hace doscientos años, ver las fantásticas escenas y paisajes de una jarra o un platón Wedgood nos transporta, desde nuestro comedor, a lugares lejanos y maravillosos tanto geográficos como temporales.




Tres datos curiosos o de trivia asociados con la cerámica Wedgood y su creador Josiah Wedgood


1.- Josiah Wedgood fue un ferviente abolicionista y en algunas de sus piezas incluía la imagen de un esclavo hincado y encadenado con la leyenda “Acaso no soy un hombre y un hermano”. Los recursos recabados por la venta de estas piezas eran destinados a la lucha por la abolición de la esclavitud.


2.- La mayoría de los grabados de escenas y lugares remotos incluidos en sus piezas fueron hechos por grabadores que jamás visitaron dichos lugares y los hacían basados solo en descripciones.




3.- Charles Darwin, famoso por su teoría de la evolución, era nieto de Josiah Wedgood.

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