¿Quién no recuerda los vasos, copas y platos de la casa de los padres o de los abuelos con un agradable aire de nostalgia? Las comidas familiares de antaño se repiten en nuestra mente y nos llevan de regreso a eso buenos momentos.
Día a día es muy poco lo que reparamos en los vasos, copas y platos que usamos en nuestros hogares. Son generalmente simples elementos prácticos que nos acompañan en el desayuno, la comida o la cena.
Pero sin darnos cuenta estos humildes objetos poco a poco se fijan en nuestra mente, nos dan esa sensación de cotidianidad y seguridad que tan reconfortante es para todos los seres humanos.
Entre estos objetos de nostalgia se encuentran, sin duda, los fabricados con vidrio prensado. El vidrio prensado es, en realidad, vidrio vaciado en moldes. Esto hace que su costo de producción sea mucho menor que el de otros objetos creados por otros métodos industriales o artesanales.
Este bajo costo de producción permitía que el vidrio prensado fuera lo suficientemente barato para ser adquirido por casi cualquiera. Tanto así que, durante la gran depresión económica de 1929 en los Estados Unidos de América, el vidrio prensado recibió el mote de “Depression Glass” o vidrio de la depresión, dada su popularidad entre las empobrecidas familias de esa época.
Entre los grandes y más importantes fabricantes de objetos de vidrio prensado se encontraba “Indiana Glass Company” que durante la década de 1929 a 1939 produjo gran cantidad de diseños para este “Depression Glass”.
En 1957 la compañía fue adquirida por la “Lancaster Colony Corporation” quienes retomaron la idea del vidrio prensado como un método de producción eficiente para surtir a la creciente población de clase media que surgía con gran fuerza en los Estados Unidos de América.
Los diseños tradicionales fueron modernizados y nuevos colores de vidrio aparecieron en el mercado. El modelo Colony y el color ámbar dorado han sido los más populares.
Es precisamente el vidrio prensado de esa época de resurgimiento, su peso, su textura su diseño y color el que nos remite a esos días de optimismo y crecimiento económico, que nos conduce por el camino de la nostalgia a las casas de los abuelos y a aquellas comidas familiares, que nos recuerdan, casi sin querer, que los buenos tiempos siempre regresan.
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